Hoy ha nevado… Ha sido una pasada, hacia mil años que no veía
nevar así. Por un momento me he sentido como una niña, deseando ponerme las
botas y salir a jugar con la nieve.
En lugar de eso me he puesto a hacer fotos con el móvil. Si,
ya se, es muy triste…
Ahora ya es tarde, ha salido el sol, y no hay ni rastro de
los copos blancos. La niña con las botas rojas tendrá que esperar a la próxima
vez.
Ahora, como es normal, esta cabreada conmigo, me mira desde
dentro con cara de enfado y ojos llorosos.
Porque ya nunca me dejas salir?
Tan horrible soy?
Yo no respondo, hace ya muchos días que no tengo ganas de
responder a nadie, porque nadie quiere escuchar lo que tengo que decir, y yo no
quiero hablar de lo que quieren oír.
Cada vez me dan más miedo mis palabras, y las guardo como si
fueran un puto tesoro que nadie busca, que nadie quiere.
Tienen hasta un mapa con una cruz roja, pero nadie sigue ese
camino, cualquiera menos ese, y a mí los otros ya me resultan tediosos.
Pero la gente prefiere esquivar las palabras que dicen las
verdades que duelen, las que enfadan o avergüenzan.
Hablemos del tiempo, la política, hablemos del vecino o de economía,
cualquier cosa que no escarbe muy adentro. No sea que encontremos cosas que no
hay que encontrar.
Pasemos por la vida de puntillas y en silencio…